Por Oscar A. De Masi

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El mausoleo de Thorne es un caso singular, dentro del Cementerio Británico, ya que se trata del sepulcro de un héroe de las luchas argentinas, contra el Imperio del Brasil y contra Gran Bretaña y Francia como potencias bloqueadoras, además de haber tomado parte en las contiendas civiles del país, siempre en el bando federal. No es el perfil frecuente de los difuntos de ese cementerio, vinculados más bien a la construcción de la modernidad argentina y al aporte de capital económico, laborativo, artístico e intelectual de la colectividad británica y norteamericana.

Esta tumba fue declarada en la categoría de sepulcro histórico nacional mediante el Decreto del PEN Nº 525/ 2010 que, quien escribe estas lineas, tuvo el privilegio de proponer y promover desde su tarea en la Comisión Nacional de Monumentos.

 

El busto de bronce con el retrato del coronel de Marina Juan Bautista Thorne (apodado el «sordo de Obligado»), luciendo uniforme y condecorado, fue ejecutado en 1927 por el escultor platense Alberto Lagos, y fundido por Marzovsky. Se trata de un retrato academicista verista de gran calidad de modelado y de fundición, como cabe esperar de tal escultor y tal fundidor.

 

El relieve de bronce ubicado en el tímpano de la arcada superior, que representa una batalla naval, es obra del escultor argentino Juan Carlos Oliva Navarro. También aquí la excelencia artística es una nota a destacar.

 

Es interesante destacar que el proyecto arquitectónico del mausoleo fue ideado y ejecutado por la Dirección de Obras Públicas, Inspección General de Arquitectura, dependiente de la Municipalidad; El monumento fue inaugurado solemnemente el 7 de marzo de 1927. La fecha elegida coincidía con un aniversario de la defensa de Patagones, donde Thorne había participado.

 

El diario «La Nación» del 8 de marzo de 1927 ilustró y comentó la ceremonia, que  registró una numerosa asistencia (en Intendente porteño Noel, secretarios municipales, concejales, delegados ministeriales, oficiales de la Marina y del Ejército, una delegación de Patagones, invitados especiales y familiares de Thorne (seguramente, estuvo presente su hijo, el Dr. Horacio Thorne, y verosímilmente su viuda, doña María Abad, quien murió en 1929, ya nonagenaria ). Se entonó el Himno Nacional y hubo discursos de representantes de la Municipalidad, del Ministerio de Marina y del Centro Naval (en este último caso, el historiador naval Tte. de Navío Angel Ratto).

 

Fue inaugurada una placa de bronce ofrendada por el Centro Naval, con la efigie de Thorne, a la cual le rinden tributo dos figuras femeninas; y se colocó, también, una placa de bronce ofrendada por la Armada Argentina y fundida en la Escuela de Mecánica del arma, con una alegoría de la República, cadenas y trofeos navales, sobre un fondo que representa el escenario de una batalla (que tanto podría se Patagones como la Vuelta de Obligado…). Ambas placas permanecen en el mausoleo.

 

Agregaba el cronista que el mausoleo estaba cubierto de flores naturales y adornado con las insignias patrias. Al finalizar la ceremonia, una banda ejecutó los acordes de la «marcha fúnebre».

 

Existe una circunstancia relativa al traslado de los restos de Thorne:¿fueron los últimos en ser removidos de Victoria? Así lo indicaría el asiento que obra en el archivo del Cementerio Británico, que señala la fecha 4 de agosto de 1925 como  la fecha de emplazamiento de su tumba (antes de la construcción del mausoleo) dentro del cementerio, en el deslinde con el Cementerio Alemán (¡donde ya existía un muro sin revocar!).

 

Juan Bautista Thorne nació en 1807 (la fecha natal «1800» inscripta en su mausoleo es incorrecta) en Nueva York. y conoció el Río de la Plata en 1818, siendo un niño, en un viaje de instrucción como aspirante a marino, al cual seguiría la vuelta al mundo. Cursó estudios en la Escuela de Marinería de Tolón, en Francia, pero muy pronto se dio a la aventura, embarcado, atravesando peripecias diversas. Le confesó a su hijo: -Duro, muy duro fue mi aprendizaje en la vida y así me explico como aprendí a desafiar la muerte…-

Como a otros marinos de habla inglesa, entre 1825 y 1827 lo hallamos en Brasil, pero, iniciada la contienda con el Imperio, Thorne se enrola en la escuadra argentina.Tras varias acciones, se lo asignó a la barca Congreso y, luego, al buque Patagones, donde fue herido y tomado prisionero hasta concluir la guerra. Tenía apenas 20 años. En 1832 acompaña a Rosas en la campaña del Río Colorado y permanece al servicio del Restaurador. Participó en la toma de Martín García lograda por los franceses y los riveristas de la Banda Oriental en 1838, y tanto fue su arrojo que, el comandante enemigo, al rendirlo, no le acepta la espada y en cambio lo abraza (una singularidad de aquel combate fue que la guarnición argentina tuvo que emplear a los quince reclusos del penal de la isla…). Repatriado a Buenos Aires junto con otros dos oficiales argentinos, y escoltados los tres por un alto oficial francés, fue recibido como el héroe de la defensa de las baterías de la Confederación. Pasa luego a Entre Ríos, a las órdenes de Echagüe y realiza campañas bajo el mando de Brown.

 

Se luce, también, en la Vuelta de Obligado en 1845, al frente de la batería Manuelita, peleando aún herido en la cabeza y en una pierna, y bajo la intensa artillería enemiga. En el fragor del combate pierde el sentido del oído: será desde entonces, y para la posteridad, el sordo de Obligado. Siempre junto al partido federal, tomó parte en una decena de acciones más, hasta su baja, en 1852, cuando pidió su ingreso en el Cuerpo de Inválidos. Pero volvió en 1855 al servicio de la Confederación, bloqueando los puertos paraguayos. Pudo decir, a modo de balance de su vida militar: –Llevo en mi cuerpo la severa impresión del plomo del Imperio [del Brasil], de Gran Bretaña, de Francia y la guerra civil de la patria de mi adopción-

 

Retirado de la lista militar, se ganó la vida como capitán mercante (llegó en más de una ocasión a la India) y como perito naval. Una ley reparadora del año 1885 le concedió la jubilación que merecía, siendo casi octogenario.

 

Murió de pulmonía en su casa de la calle Tucumán, en agosto de 1885 y fue sepultado, como dijimos, en el cementerio de la calle Victoria.

 

 

*Las fotos que ilustran esta nota son cortesía del Cementerio Británico