Corría el año 2007, un matrimonio norteamericano con sus dos pequeños hijos se muda a Saint Marteen y adquieren un velero de 47 pies. El sueño del esposo, Dean, era navegar por el mundo junto a su familia. Para poder hacerlo debían juntar dinero; entonces deciden explotar turísticamente el velero, RANDOM WIND (viento azaroso) que habían adquirido durante unos 3 años. Pero, como suele suceder, surgen imponderables. Dos años transcurrieron y el matrimonio se separa, Dean regresa a Estados Unidos. Ella, Diane, junto a sus hijos permanece en la isla mitad holandesa, mitad francesa.
La principal actividad de la isla es el turismo proveniente, en forma mayoritaria, de los Estados Unidos. Y, en esa época, se retrajo marcadamente debido a que la economía americana no estaba del todo bien. Fueron tiempos difíciles. Diane y sus hijos se mudan al barco, que se va a constituir en su hogar y en su lugar de trabajo. Fue una gran experiencia, relatan ellos: “vivir en el agua” literalmente, ir a la escuela todos los días desde el velero utilizando pequeñas lanchas para llegar a la playa, deportes naúticos como wakeboard y esquí acuático; estar en el barco con amigos, con clientes, navegar.
Nathan, el hijo, se interesó más por la navegación y comenzó a tomar clases en una escuela de vela, en la clase optimist en el Saint Maarten Yatch Club y, rápidamente, se vio participando en competencias locales e internacionales. Obtuvo buenos resultados y necesitaba mayor preparación, así que debieron tomar una decisión: los niños volverían a vivir a Estados Unidos junto a su padre, mientras Diane se quedaba en la isla para liquidar el negocio. Y fue entonces que se dió cuenta de lo mucho que amaba su barco y el negocio, por lo que decidió contratar un gerente y una tripulación completa, lo que le permitiría a regentear el negocio desde USA viajando periódicamente a la isla. Todo anduvo bien hasta el 6 de septiembre de 2017 cuando el terrible huracán Irma impactó en la isla.
Diane estaba en Estados Unidos y para ella fue uno de los días más aciagos que vivió. Durante 3 días no tuvo noticia alguna de su gente en la isla con la impotencia de hallarse lejos sin poder ir allí ya que los vuelos estaban cancelados y tampoco se podía ir navegando. Poco a poco fue recibiendo noticias de su gente, sabiendo que estaban bien, aunque sin hogar y sin trabajo. Recién 10 días después tuvo noticias de la suerte corrida por el Random Wind. Lamentablemente, se hundiócasi frente al restaurant que es punto de reunión para iniciar los tours. Tres embarcaciones más estaban hundidas sobre él, resultando imposible rescatarlo.
Sin embargo, Diane, una gran luchadora, jamás bajó los brazos. Comenzó una campaña en USA para recaudar fondos, alimentos, ropa, todo lo que fuese de ayurda para los habitantes de la isla. Reunió dinero y muchas donaciones que fueron enviadas a la isla. Pero no podía volver a Saint Marteen porque el aeropuerto estaba destruido. Buscando alternativas, logró llegar a Martinica y, desde allí, unos amigos la llevaron en barco a Dominica y desde allí a St. Marteen, habiendo podido observar toda la devastación en el mar: árboles, restos de embarcaciones, y toda clase restos flotando en el mar. Una imagen devastadora. Pero, tuvieron una gran sorpresa: de pronto emergió un colonia de delfines enorme saltando a su alrededor, parecían agradecer la ayuda que llegaba.
El llegar a la isla y ver la destrucción provocada por Irma fue algo para lo que no estaba preparada. Gente deambulando sin casas, sin saber qué hacer. Se sentó y se puso a llorar. La frustración era inmensa: ver su hogar, su trabajo, su fuente de alegría por muchos años totalmente destruida no hacía más que generarle lágrimas. Hubo inifintas reuniones y charlas con amigos, lágrimas a raudales, mucha ayuda en la medida de lo posible. Y el plantearse el futuro.
Algún tiempo después recibió el dinero del seguro y, entonces comenzaron las recorridas por diversos lugares costeros de Carolina del Norte y Maryland buscando un nuevo barco. Debido a una experiencia vivida en su viaje de Martinica a Dominica a bordo del catamarán Belline II, Diane decidió que su próximo barco sería un catamarán. La experiencia fue que en un momento realizaron un brindis en cubierta y ella quedó asombrada al ver que los demás dejaban sus copas sobre la mesa y pese a estar en mar abierto, las copas no se caían. Ella depositó su copa sobre la mesa y tampoco se movió. La estabilidad era increíble.
La suerte acompañó a Diane que consiguió un catamarán mellizo del Belline, llamado Camille. Éste estaba en St. Marteen durante el huracán y, pese a que sufrió algunas averías, sobrevivió. En poco tiempo Diane se convirtió en la nueva propietaria del Camille que fue enivado a reparaciones, las que requirieron varios meses. Finalmente, en abril de 2018, estaba listo para volver a navegar. Con el Camille fueron al sitio donde estaba hundido el RandomWind y realizaron la ceremonia por la cuales deidades del mar dejarían de reconocerlo como Random Wind y así, descansaría en paz. La tradición indicaba darle una buena champaña al mar y así se hizo.Luego hubo que realizar una ceremonia similar para el Camille, para que ese nombre fuese olvidado y el catamarán pudiese ser rebautizado. Finalmente hubo una tercera ceremonia para darle el nuevo nombre al catamarán. Muchos nombres estuvieron en danza pero el Random Wind II se impuso y así es llamado desde entonces.
El nuevo Ramdon Wind II tiene 52 pies de eslora, asientos con almohadones personalizados, un columpio Tarzán para lanzarse al agua, y una barbacoa en la popa. Diane se siente realmente bendecida y agradecida, los clientes recuerdan cariñosamente al Random Wind original, nuevos invitados y clientes llegan al nuevo Random Wind regularmente. Hay una pequeña boutique de souvenirs a bordo. Con lo recaudado en ella se continúa ayudando a aquellos que aún sufrren en St. Marteen.
Ésta es la historia del Viento Azaroso y de su propietaria con la cual me une una amistad de 40 años. En febrero de 2017 navegué en el Random Wind I y espero poder hacerlo en Random Wind II prontamente.
Para quienes deseen vivir una experiencia inolvidable a bordo, así como saltar desde la hamaca de Tarzán o practicar sonorkeling, el Random Wind II los espera en Philisburg. St. Marteen.
Diane Morano Smith,
Random Wind Charters, St. Maarten
Rising Tide Provisions, LLC, Yorktown, Va
US Cell: (757) 660-5624
SXM Cell: (721) 587-5742
Luxury Travel Guide’s Adventure Activity of the Year 2016
Luxury Travel Guide’s The Service Excellence Award 2017 and 2018
Travel and Hospitality Award’s Sailing Company of the Year 2018
TripAdvisor’s Certificate of Excellence 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018